ANÁLISIS DEL CUENTO
La protagonista del cuento es la princesa, la cual es una chica muy guapa y lista que lucha por lo que quiere. El motivo de salir del núcleo familiar es la huída, sin embargo, ella no quiere salir de su casa, pero debido a las circunstancias lo hace, no sin antes intentar dos veces la opción de quedarse.
Los objetos clave de la historia son los tres vestidos, las tres cadenas y el abrigo de toda clase de pieles. Los tres vestidos y las cadenas junto con su ingenio serán los que la ayudarán a conquistar al príncipe. Además, los vestidos y el abrigo fueron un intento de hacer cambiar de opinión a su padre y una manera de poder quedarse más tiempo en su casa. Una vez fuera de casa el abrigo lo usa siempre y es un símbolo de protección, pues es lo poco que le queda de su casa.
Por tanto podemos decir que en este caso, no es un hada la que ayuda a la protagonista sino que son objetos: los vestidos y las cadenas. Hay que decir también que en un segundo lugar, se encuentra el cocinero, el cual la permite ir al baile por lo que es un ayudante secundario. Aún así hay que decir que las dos últimas veces que la princesa va al baile, el cocinero la deja porque ella ha realizado muy bien su trabajo.
Finalmente, la princesa consigue lo que quiere: se casa con el príncipe y forman su propio y nuevo núcleo familiar.
MI ADAPTACIÓN
Toda clase de flores
Os voy a contar la historia de un príncipe que vivía en un país muy lejano. Su madre quería que se casase con la princesa más guapa del reino, pero el príncipe no deseaba casarse con ella y le dijo a su madre que se casaría el día en que tuviese un traje de boda que brillase más que las estrellas. El príncipe sabía que esto tardaría tiempo y pensó que mientras tanto su madre podría cambiar de opinión. La reina rápidamente se puso en marcha y mandó a los sastres a buscar los mejores diamantes del mundo para hacer el traje de boda de su hijo. Al cabo de un año, lo consiguieron y la reina le entregó a su hijo el traje de boda más brillante que las estrellas. Como su madre no había cambiado de opinión, el príncipe tuvo otra idea. Le pidió a su madre una capa hecha con todas las clases de flores que pudiese haber en el mundo entero. El príncipe pensó que esto sería imposible de conseguir, pues habían muchas y no podrían sobrevivir sin agua. Pero los sastres consiguieron toda la clase de flores que había en el mundo e hicieron una capa con productos especiales para que las flores durasen toda la vida. El príncipe ya no sabía que más podía hacer, así que como su madre le obligaría a casarse, decidió irse de su casa. Cogió su traje de boda, su capa de toda clase de pieles y un colgante de un diente de tiburón que le había regalado su padre cuando era pequeño y se marchó andando hasta que llegó a un inmenso bosque. Allí se tumbó, cubierto con su capa y se durmió. Al día siguiente pasó por allí una mujer recogiendo plantas y frutas del bosque y se dio cuenta de que aquello no eran flores vivas, sino que era un muchacho. Le dijo que si le gustaría trabajar con ella en el castillo del rey de aquel bosque y el príncipe aceptó. Aprendió el oficio de las plantas y se dedicaba a decorar el castillo y algunas casas del reino. Ese mismo año la princesa de este reino cumplía dieciocho años y su padre, el rey, quería celebrarlo por todo lo alto. El príncipe ya había visto a la princesa en muchas ocasiones y le parecía una chica guapísima así que le preguntó a la florista si le dejaba descansar ese día para poder acudir al baile del cumpleaños de la princesa. Le dejó con la condición de que volviese pronto para preparar un ramo de flores a la princesa que tendría que dárselas por la noche. El príncipe, muy contento, se puso su traje más brillante que las estrellas y acudió a la fiesta de cumpleaños. Cuando la princesa lo vio, sintió una gran curiosidad y fue a bailar con el. Estuvieron bailando y hablando mucho tiempo, pero el príncipe tenía que marcharse porque lo había prometido. Volvió al trabajo, preparó el ramo de flores y metió en una de ellas el colgante que le había regalado su padre. Subió al cuarto de la princesa a entregarle el regalo que la florista le había querido hacer. La princesa al verlo se quedó sorprendida, nunca había visto un ramo de flores tan preciosas. Le invitó a entrar en el cuarto, para ayudarla a colocarlo en un jarrón. El príncipe tenía miedo de que descubriese quien era realmente. Cuando la princesa metió las flores en el jarrón, cayó de una de las flores un colgante con un diente de tiburón. La princesa se quedó perpleja, había visto ese colgante hace unas pocas horas en el cuello de aquel chico con el que había bailado. Le preguntó si era él, y el príncipe no pudo negarlo y le dijo que sí, que era él. La princesa le dijo:
- Gracias a ti he pasado el mejor cumpleaños de mi vida, seas quien seas, deseo casarme contigo.
El príncipe le contó su historia y al año siguiente celebraron su boda y vivieron por siempre felices.
1 comentarios:
Perfecto.
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